VIDA DE UNA RATONCITA Homenaje

Recuerdo que la primera visión que tuve al abrir mis ojos fue de mamá. Era tan hermosa y cálida, parecía que la rodeaba un aura de luz. A su lado aparecieron más ratonas que nos miraban con cariño. Vi que mis hermanitos y yo no éramos los únicos, sino que había varias crías, unas más grandes y otras más pequeñas, mezcladas entre nosotros. Todos compartíamos un mismo rincón, manteniéndonos cálidos unos a otros con nuestros cuerpos. 

 

"Hijos míos, este es nuestro mundo" mamá nos miraba con cierta tristeza "Ahora que ya lo podéis ver... vosotros mis niños, tendréis que luchar y ser fuertes para sobrevivir frente a los otros machos. Mis preciosas niñas, al igual que yo, seréis madres constantemente. También tendréis que ser fuertes, algunos machos son muy agresivos y os atacarán si no estáis dispuestas a dejaros montar"

 

"Pero mamá" una de mis hermanas parecía asustada ante el panorama "porqué es así nuestro mundo?"

 

"porque somos lo que somos" mamá entonces señaló, más allá de los cristales que nos encerraban, a los humanos "porque para ellos no somos más que simples objetos. Nos mantienen aquí, encerrados, en poco espacio y mezclados para que criemos. Los humanos son así, no les importan nuestros sentimientos, ni nuestra propia salud" negó con la cabeza y nos miró con infinita tristeza "A algunos os sacarán de aquí, a un sitio mejor, ya lo veréis"

 

"Un sitio mejor? qué sitio es ese?" sentí que en mi interior crecía un rayo de esperanza.

 

"No lo sé, pero seguro que será un lugar precioso, con abundante comida. Un sitio donde podréis jugar y ser queridos. Es mi deseo para vosotros mis niños, os merecéis lo mejor" me lamió los ojos cariñosamente. 

 

 

Tal como nos dijo, un par de días después uno de los humanos cogió a varios de los que ya teníamos los ojos abiertos. Entre ellos se me llevaron a mi. Mi madre me deseó suerte con su miraba mientras cuidaba de nuestros hermanitos recién nacidos como podía. A nosotros nos metieron en una caja a oscuras. No sé cuánto tiempo pasamos allí pero fue asfixiante, no teníamos agua ni comida y se nos acababa el aire. Cuando por fin la caja se abrió, algunos ya no vivían.

 

Eso fue un infierno. Los ratones del nuevo cristal nos atacaron, más de uno de mis hermanos murió de las heridas que les causaron. A nosotras nos atacaban las hembras e intentábamos protegernos entre todos. A mi no me gustaba pelear, no podía entender porqué había que hacerlo. ¿Es que acaso no éramos todos iguales? Por suerte, entre todos logramos hacernos un hueco y crecimos. Como mamá predijo, fuimos madres varias veces y los machos nos mordían si no engendrábamos nuevas crías. Algunos incluso las mataban para que criáramos de nuevo. A algunos de nuestros bebés se los llevaban cuando eran recién nacidos, a otros cuando tenían pocos días de vida.

 

Muchos humanos pasaban cada día frente a nuestro cristal. Había humanos, especialmente las crías, que nos miraban sonriendo. Otros ponían cara de asco (aquí me pregunto, ¿ellos se han visto?), e incluso algunos apartaban a sus crías para que no nos miraran. La humana que nos cuidaba nos demostraba un mínimo de cariño, lo que me hizo pensar que algunos humanos podían ser buenos. Al igual que algunos ratones. Hice amistad con una pequeña ratoncita a manchas. Al igual que yo, ella no quería pelear. Me recordaba a mi cuando llegué. 

 

Mi última camada se la llevaron nada más nacer mis bebés. Cada vez se las llevaban más pronto. Me sentí tan mal que no me resistí cuando vinieron los machos a por mi. Por suerte podía cuidar de la pequeña con manchitas como a una hijita. 

 

 

Un día, una de tantas humanas que pasaban siempre por aquí nos miró, y sonrió emocionada. Empezó a hablar con una cosa en la oreja y a mi me miraba más que a ninguno, por lo visto intentaba describir mi color, o eso creo. La humana que cuidaba de nosotros nos cogió a la pequeña a manchas, a mi y a una ratona negra, y nos metió en una cajita. ¡Otra vez! Teníamos miedo, no sabíamos cómo acabaríamos, pero cuando la caja se abrió, nos vimos en un nuevo lugar. Por primera vez no estaba mirando a través de un cristal. No éramos mil y la madre en un mismo sitio. No había otros ratones que nos atacaran... ¡me sentí tan bien! Y por primera vez teníamos una rueda con la que hacer ejercicio, ¡fue tan divertido usarla! No dudé en confiar en esa humana, por primera vez las cosas no eran iguales a lo que siempre habíamos visto.

 

Pasaron pocos días antes de que volviéramos a una cajita de plástico. Nos asustamos, nos taparon y viajamos de nuevo durante mucho rato, pero teníamos comida y ventilación, no era lo mismo. ¡Si hasta teníamos un suelo! Nada de ir encima de nuestros propios desechos. Cuando nos destaparon, estábamos en otro lugar. Había otra humana que nos miró como si fuéramos las cosas más bonitas del mundo. Me miró como me miraba mi madre, con cariño. Automáticamente supe que esa humana era especial. Me cogió con un cuidado y un cariño que nunca había visto. Yo la olí, exploré sus manos, y por primera vez me sentí querida. Me presentó una a una las demás ratonas hembras con las que iba a vivir. ¡Tenían nombre! Y ella, mirándome y ofreciéndome comida, habló: "Vienes con barriguita, eres una Kinder sorpresa. ¡Kinder! ¿Te gusta ese nombre?" ¿Un nombre? ¿Yo tenía un nombre? 

 

Me sentía feliz, muy feliz. Por desgracia mis últimos bebés no sobrevivieron, estaba demasiado cansada y no salió bien el parto. Pero ella, mi humana, se sentía feliz de que yo estuviera bien, sólo yo.

 

 

 

Ahora comprendo las palabras de mamá. Cuando nos dijo que deseaba un sitio donde fuéramos queridos, seguro que nunca pensó en cómo acabó mi vida. Mamá, si hubieras vivido esto no te lo creerías. He tenido cariño, comida, compañeras de juegos, muchos juguetes y sitios para dormir. Stracciatella, la pequeña a manchas, se puso enferma y vivió poco tiempo, pero igual que yo le demostraba su agradecimiento y su cariño a nuestra humana cada día. Ella le daba una cosa que sabía a rayos, pero que la ayudaba a estar mejor. Pero no pudo hacer más por ella, y cuando la vi desconsolada por su partida nunca pensé que un humano lloraría por un ratón. Adoraba a mi humana, era tan buena y dulce conmigo, que siempre que se acercaba quería que me cogiera. Siempre decía que yo era su favorita, su niña dulce, y siempre tenía un momento para estar conmigo. Cuando enfermé se desvivió por mi, me llevó a ver a un señor que me hizo daño en la oreja que me dolía y ella me consoló. Me dio a tomar esa cosa con sabor a plátanos con ácido que al principio me hizo sentir mejor, pero ya no lo hace.

 

He vivido un año de ratón pleno y feliz, pero debo irme ya. Cuando vea a mamá en el cielo le hablaré de las cosas maravillosas que he pasado en mi vida, le contaré que existen humanos que nos quieren y se preocupan por nosotros, le diré que he sido la ratona más feliz del mundo. Pero seguro que ella ya lo sabe, me habrá visto desde el cielo como haré yo con mi humana a partir de ahora. Ella me ha acurrucado en su pecho, con su batín y su mano encima mío. Está tan suave y calentito... no puedo evitar dormirme. Me despiertan sus suaves caricias y la miro sonriendo para darle las gracias por todo lo que ha hecho por mi. Vuelvo a dormirme, feliz, sonriendo para siempre.

 

 

--------------

 

Esta noche te has ido para siempre, mi niña. Nunca te olvidaré, fuiste la mejor y lo serás siempre.

 

 

(Homenaje a Kinder, la más especial de todos los ratoncitos, nuestra niña... por siempre y para siempre)

 

Redes sociales

 

Síguenos en Facebook

 

 

 

En facebook siempre contamos todas las novedades, planes de cría, seguimientos, noticias... y ponemos muchas, ¡muchas fotos!

La mejor manera de enterarte de todo al momento ;)

 

 

 

¿Quieres ver vídeos de nuestros ratones?

 

¡También estamos en youtube!

¡Ahora también tenemos ask! Pregúntanos lo que quieras :)